Hoy, después de leer el
diario financiero que, por cierto, no tengo hábito de hacerlo, y en sus páginas constato los lamentos de los
representantes de los grupos económicos por el masivo cambio de fondo de
pensiones que ha provocado descalabros en los mercados financieros, no puedo,
sino agradecer, una vez más, al presidente que,
con su tozudez y falta de empatía con los demandas sociales, ha
provocado.
Desde abril del 2010 se
nos prometió a los trabajadores del sector público un incentivo al retiro que
hasta el día de hoy no ha prosperado. Al gobierno le quedan meses de mandato y
el ambiente electoral está que arde en todas a las esferas, con lo que el
incentivo al retiro ya pasó a mejor vida. Hoy nos encontramos con cientos de colegas por los pasillos alegando a
regañadientes contra el gobierno por no haberle renovado el premio contenido en
la ley 20.212, que para los profesionales
era de alrededor de 30 palitos. Dicha política pública acordada con Bachellet y
los gremios del sector público, como mecanismo de compensación a la dura
realidad que le corresponde enfrentar al trabajador una vez pasado a retiro,
fue anhelada por todos nuestros colegas
mayores hasta hace muy poco tiempo en que, el abrupto desenmascaramiento
público de las AFP, quedó de manifiesto. Sin embargo, hoy, por fin, se han dado
cuenta que si el sistema de pensiones asegurara una vida digna y sin
sobresaltos, nadie estaría pidiendo incentivos.
Pululan los arrepentidos
de haber votado por la derecha, cuya adhesión era cercana al 36% en el sector
público en momentos de la campaña del candidato Sebastián Piñera, cuando su hermana
Magdalena, se paseaba por los frontis de los edificios públicos repartiendo una
carta suscrita por el candidato, prometiendo que no se echaría a nadie, que no
se eliminarían ni funciones, ni servicios públicos, etc.
Los gremios tampoco fueron
capaces de consensuar posiciones de lucha gremial para enfrentar el fondo del
problema: “el sistema de pensiones”, osea, las AFP. Claro, si a punta de bonos
de retiro y otros, los directorios se iban renovando sin mayores sobresaltos y
el modelito de los bonos funcionaba para ambos bandos sin mayores
cuestionamientos.
En no más de tres meses,
en Chile se ha develado lo que era un secreto a voces tanto para la clase
política como para los dirigentes gremiales desde hace mucho tiempo,
precisamente desde que nuestros primeros socios se ha acogido a retiro se comprobó
la miseria de pensiones que estaban recibiendo y que más encima van
disminuyendo, año a año, y en el periodo de la vida que más recursos se
necesitan para vivir.
Qué trabajador, ni por muy
pavo que sea, va a aceptar hoy día que, acogerse a retiro con un bono, por muy
atractivo que parezca, es mejor que tener una pensión adecuada, sobre todo
cuando la expectativa de vida es tan larga. La experiencia del incentivo al
retiro ya la vivimos y nos ha enseñado que son muy pocos los trabajadores que
lograron invertir esos recursos para que les permitiera mejorar sus ingresos,
ya paupérrimos, entregados por la pensiones de las AFP. Muy por el contrario,
la mayoría de los trabajadores retirados con un bono no han hecho más que
cubrir su endeudamiento que venían arrastrando de su vida laboral y darle algún
milloncito, que otro, a algunos de sus hijos, cesante o vago por vocación, y
san se acabó el bono. Y de vuelta a vivir con las exiguas lucas que te entrega la AFP.
Sólo en estos últimos dos
meses, creo, no queda trabajador público o privado, que no se capaz de darse
cuenta que nuestro futuro no depende de un bono al retiro y ninguna otra migaja
negociada por los gremios del sector público. Depende exclusivamente, como país
de trabajadores, generar un sistema de pensiones que reditúe razonable y
dignamente la vida laboral entregada al país.
Si la derecha no hubiese
llegado a la Moneda, seguiríamos con los paradigmas instalados de las
negociaciones menesterosas y humillantes, pragmatizada en la dinámica de los
bonos, hoy sabemos que hay que hincarle el diente a las AFP. Si usted, Presidente, hubiese aprobado el bono al retiro al
principio de su mandato, nadie se hubiese percatado del robo que ha significado
para los trabajadores el sistema de AFP impulsado por su hermano, cuando era
ministro del trabajo de Pinochet. Gracias por pegarle una empujadita a los
gremios y aclarar, de paso, dónde está el
verdadero objetivo.
Hoy sabemos, gracias a sus
sabias decisiones, que la vida digna de
ancianos depende de presionar a la clase política para que en la próxima
gestión no se negocie un nuevo bono al retiro, sino una nueva política de
pensiones para chile y sus trabajadores.
HUGO MORALES VERA
PRESIDENTE ANDIME
SECREDUC RM