ADIÓS A MI PADRE SERGIO ARÉVALO VILUGRÓN
Padre escribo estas líneas porque para ti era importante la
palabra escrita. Cuando a principios de año falleció tu gran amigo Amalfi
Torres y encontrándonos en Temuco reunidos, cerrando las vacaciones, nos dijiste:
“si alguien tiene algo que decirle al tío fallecido que lo escribiéramos”. Por
eso hoy lo hago para ti.
Padre quiero contarles a tus
amigos que han venido a darte este adiós de tus grandes “Amores”.
Parto por la familia, lo más
importante que tú querías co
Padre a cada uno de nosotros nos
aportaste mucho al alma, como no estar triste si hemos perdido alguien valioso.
Tu otro gran amor era la Educación.
Te formaste en la Normal de Victoria, como alumno de internado, siempre nos
dabas como ejemplo cuando nos poníamos regodeones
o no hacíamos alguna tarea de la casa, con tu frase “ya los quiero ver, si
hubieran estado internados como su padre”. Tenías verdadera vocación y te
formaste como profesor de adultos, para alfabetizar a un pueblo, en que en esos
tiempos un gran porcentaje de la población no sabía ni leer ni escribir y por tanto eran abusados por su ignorancia. Pudiste
desarrollarte y especializarte en México y Panamá, eso hasta que vino el golpe
de Estado y la palabra “alfabetización” dejó de ser un tema país, para pasar a
ser una palabra proscrita de ideología de izquierda y por supuesto y obviamente como diríamos en
estos tiempos fuiste desvinculado de tu trabajo en el Estado o simplemente
exonerado (de los de verdad y sin pensión) y te encontraste sin trabajo y con
seis hijos que alimentar, pensaste que esa era una gran pena, pero el destino
quería que años después , sí tuvieras la mayor pena de tu vida.
Entonces tuviste que como
diríamos hoy, reinventarte o simplemente
salir a buscar el pan de cada día, y como eras profesor empezaste a
buscar trabajo en colegios. Y quiero contarles una anécdota que me relató un
dueño de colegio tiempo después al saber quién era mi padre, me dijo: “que una
vez tú estabas buscando trabajo y te colocaste en una gran fila de profesores
con curriculum en mano y que de repente abandonas la fila y te vas, y este
señor viendo esta escena se acerca a tí y te pregunta por qué te vas, y tú le
respondes que ves pura gente joven, que seguramente no tienes nada que hacer
ahí, y él al ver tu integridad y tus antecedentes decide contratarte”.
Padre trabajaste con los más
pobres, estuviste en la población La Legua, en El Pinar, en donde los
apoderados en señal de cariño, te acompañaban a tomar la micro, para que no te
pasara nada.
Con el retorno a esta
pseudodemocracia, volviste al Ministerio de Educación donde fuiste por muchos
años Director Provincial de Educación de Santiago Centro, reparando con esto tu
desarrollo profesional, que había sido truncado años atrás, creo que esto te
hizo feliz, porque fue la reivindicación que buscabas y que tardo tanto en
llegar.
Tu otro gran amor que te acompañó
casi por tantos años como tu señora Nora fue la Masonería, recibiste a fines del año pasado un
reconocimiento por 50 años de vida masónica, tu compromiso era real, tus
hermanos de logia lo eran de corazón, a pesar de tus años laborales difíciles
la Masonería nunca te olvido, siempre llegaba una tarjeta con hermosa letra
caligráfica para tu cumpleaños, tu vida giro en base a la logia, los libros,
las revistas, la música, los trabajos. Cuando querías agasajar a alguien lo
invitabas a comer al Club en Marcoleta, a veces podíamos ser afortunados y
acompañarte a una “Tenida Blanca”. Los viernes salías impecablemente vestido a
tus reuniones, por eso tus ritos, tus símbolos, tus creencias te acompañan y
son la parte esencial de tu despedida.
Otro gran amor fue tu compromiso
social, tu vida la hiciste en el Partido Radical, no podía ser otro, la del
Presidente Pedro Aguirre Cerda, cuyo lema “Gobernar es Educar” te caía como
anillo al dedo. No había coincidencia en que la calle en que se encontraba tu
casa que te albergó cuando llegaste a Santiago, se halla llamado con el nombre
de dicho Presidente. Fuiste dirigente del Colegio de Profesores en tiempos
difíciles y recuerdo cómo te ayudábamos en tu campaña y después en tus
actividades en la fiesta de Navidad para los hijos de los profesores, o aquel
paseo que se te ocurrió al llevar a Chiloé a profesores y te pusiste a
organizarlo, contratando al bus, la alimentación, el alojamiento, y después de
realizado las parejas de profesores que
habían ido te lo agradecían en tarjetas, porque para ellos ese viaje había sido
como la luna de miel que nunca habían podido tener cuando se casaron, porque
los profesores en este país nunca han ganado los sueldos que merecen.
Padre, tú no le hiciste clase a
la elite, tú le hiciste clase al pueblo. Recuerdo en más de una ocasión, que
alguna cajera de supermercado te decía usted fue mi profesor o alguien que
estacionaba autos, porque tú te sentías orgulloso de haber enseñado en las
poblaciones y lo hacías con dignidad y le enseñabas a la gente a respetarse.
Penas
Tu gran pena fue la muerte de tu
primogénito Ricardo a los 28 años de edad, sociólogo, en un accidente de
tránsito, de vuelta de vacaciones en las cercanías de Vallenar, el año 1988, lo
bueno es que dejó una hija Valentina, a quién amaste y trataste siempre de que
se integrara a la familia.
Recuerdo cuando estábamos esperando
el ataúd con el cuerpo de mi hermano, en la carretera a la entrada de Santiago,
y cuando hicimos contacto con la carroza, fuimos los dos a abrir el ataúd para
despedirnos y éste venía sellado, no pudimos verlo, ahí te quebraste y yo pude
prestarte mi hombro para que te desahogaras. Padre ¿quién prenderá la luz para
que alumbre el cuadro de Ricardo como lo hacías todos los días?, ¿quién regará
el peumo que plantaste para él?, ¿quién irá al cementerio rigurosamente? ¿quién
se sacará el sombrero cada vez que pase por fuera del cementerio, en señal de
respeto?
Padre yo me saco el sombrero ante
ti y te venero, te doy mil gracias, se
nos fue un pilar de nuestras vidas, pero me quedo con lo que me enseñaste:
TU HUMANIDAD (CONFIAR EN EL SER HUMANO)
TU CONSECUENCIA
TU IDEALISMO
TU INTEGRIDAD
Y como te gustaba decir en tus
conversaciones con mi señora Viviana todos somos “ polvo de estrellas”.
Y como decía el poeta “Sube a
nacer conmigo hermano” y te aseguro que te vamos a recordar “horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares”.
Te voy a recordar cada vez que me
lustre los zapatos en alguna plaza, tomando un café cortado, leyendo el diario,
escuchando música, leyendo un buen libro, tomando fotos en verano o comiendo un
plato de digueñes, todas esas cosas sencillas que te
hacían tan feliz.
Santiago, Agosto de
2013.
1 comentario:
Muchas gracias a todas y todos los funcionarios del Ministerio que participaron de la despedida a mi padre, o bien, me manifestaron de múltiples formas, pesar por su partida, y admiración y cariño por su persona.
Gracias también a ANDIME por publicar estas palabras de despedida, que reflejan quien era mi querido papá.
Doris Arévalo Macías
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