santiago en llamas 6 enero 2014

SANTIAGO EN LLAMAS

domingo, 4 de agosto de 2013

SERGIO ARÉVALO VILUGRÓN (QEPD) DESPEDIDA DE SU HIJO

ADIÓS A MI PADRE SERGIO ARÉVALO VILUGRÓN
Padre escribo  estas líneas porque para ti era importante la palabra escrita. Cuando a principios de año falleció tu gran amigo Amalfi Torres y encontrándonos en Temuco reunidos, cerrando las vacaciones, nos dijiste: “si alguien tiene algo que decirle al tío fallecido que lo escribiéramos”. Por eso hoy lo hago para ti.
Padre quiero contarles a tus amigos que han venido a darte este adiós de tus grandes “Amores”.
Parto por la familia, lo más importante que tú querías co
nstruir en la vida, tú te propusiste como objetivo de vida formar una gran familia unida, fue así que el destino quiso que desde tu querido Angol fueras destinado a trabajar a la isla de Chiloé, encontrando allí la mujer con quien te casarías (la señora Nora) como tú le decías, quien fue aceptada y recibida con cariño por tu madre la señora Petronila, a quien tu amabas y adorabas de una manera especial, porque tu madre te enseñó a hacer familia cuando quedó viuda con doce hijos, y supo sacarlos adelante a todos con fuerza y rectitud. Tú que perdiste a tu padre a los cortos años de vida y que alguna vez ante alguna rabieta mía de adolescencia me señalaras “que nadie te había enseñado a ser padre”. Tú que siempre te preocupaste de todos nosotros, de tus hijos, tus hermanos, tus nueras y yernos, de tus nietos. Tenías la habilidad como buen maestro de ayudar al desvalido, de que continuara  superándose al más fuerte. Padre de la unión con mi madre nacieron siete hijos y pudiste compartir con cada uno de tus catorce nietos.
Padre a cada uno de nosotros nos aportaste mucho al alma, como no estar triste si hemos perdido  alguien valioso.

Tu otro gran amor era la Educación. Te formaste en la Normal de Victoria, como alumno de internado, siempre nos dabas como ejemplo  cuando nos poníamos regodeones o no hacíamos alguna tarea de la casa, con tu frase “ya los quiero ver, si hubieran estado internados como su padre”. Tenías verdadera vocación y te formaste como profesor de adultos, para alfabetizar a un pueblo, en que en esos tiempos un gran porcentaje de la población no sabía ni leer ni escribir y  por tanto eran abusados por su ignorancia. Pudiste desarrollarte y especializarte en México y Panamá, eso hasta que vino el golpe de Estado y la palabra “alfabetización” dejó de ser un tema país, para pasar a ser una palabra proscrita de ideología de izquierda y  por supuesto y obviamente como diríamos en estos tiempos fuiste desvinculado de tu trabajo en el Estado o simplemente exonerado (de los de verdad y sin pensión) y te encontraste sin trabajo y con seis hijos que alimentar, pensaste que esa era una gran pena, pero el destino quería que años después , sí tuvieras la mayor pena de tu vida.
Entonces tuviste que como diríamos hoy, reinventarte o simplemente  salir a buscar el pan de cada día, y como eras profesor empezaste a buscar trabajo en colegios. Y quiero contarles una anécdota que me relató un dueño de colegio tiempo después al saber quién era mi padre, me dijo: “que una vez tú estabas buscando trabajo y te colocaste en una gran fila de profesores con curriculum en mano y que de repente abandonas la fila y te vas, y este señor viendo esta escena se acerca a tí y te pregunta por qué te vas, y tú le respondes que ves pura gente joven, que seguramente no tienes nada que hacer ahí, y él al ver tu integridad y tus antecedentes decide contratarte”.
Padre trabajaste con los más pobres, estuviste en la población La Legua, en El Pinar, en donde los apoderados en señal de cariño, te acompañaban a tomar la micro, para que no te pasara nada.
Con el retorno a esta pseudodemocracia, volviste al Ministerio de Educación donde fuiste por muchos años Director Provincial de Educación de Santiago Centro, reparando con esto tu desarrollo profesional, que había sido truncado años atrás, creo que esto te hizo feliz, porque fue la reivindicación que buscabas y que tardo tanto en llegar.
Tu otro gran amor que te acompañó casi por tantos años como tu señora Nora fue la Masonería,  recibiste a fines del año pasado un reconocimiento por 50 años de vida masónica, tu compromiso era real, tus hermanos de logia lo eran de corazón, a pesar de tus años laborales difíciles la Masonería nunca te olvido, siempre llegaba una tarjeta con hermosa letra caligráfica para tu cumpleaños, tu vida giro en base a la logia, los libros, las revistas, la música, los trabajos. Cuando querías agasajar a alguien lo invitabas a comer al Club en Marcoleta, a veces podíamos ser afortunados y acompañarte a una “Tenida Blanca”. Los viernes salías impecablemente vestido a tus reuniones, por eso tus ritos, tus símbolos, tus creencias te acompañan y son la parte esencial de tu despedida.
Otro gran amor fue tu compromiso social, tu vida la hiciste en el Partido Radical, no podía ser otro, la del Presidente Pedro Aguirre Cerda, cuyo lema “Gobernar es Educar” te caía como anillo al dedo. No había coincidencia en que la calle en que se encontraba tu casa que te albergó cuando llegaste a Santiago, se halla llamado con el nombre de dicho Presidente. Fuiste dirigente del Colegio de Profesores en tiempos difíciles y recuerdo cómo te ayudábamos en tu campaña y después en tus actividades en la fiesta de Navidad para los hijos de los profesores, o aquel paseo que se te ocurrió al llevar a Chiloé a profesores y te pusiste a organizarlo, contratando al bus, la alimentación, el alojamiento, y después de realizado las parejas de  profesores que habían ido te lo agradecían en tarjetas, porque para ellos ese viaje había sido como la luna de miel que nunca habían podido tener cuando se casaron, porque los profesores en este país nunca han ganado los sueldos que merecen.
Padre, tú no le hiciste clase a la elite, tú le hiciste clase al pueblo. Recuerdo en más de una ocasión, que alguna cajera de supermercado te decía usted fue mi profesor o alguien que estacionaba autos, porque tú te sentías orgulloso de haber enseñado en las poblaciones y lo hacías con dignidad y le enseñabas a la gente a respetarse.
Penas
Tu gran pena fue la muerte de tu primogénito Ricardo a los 28 años de edad, sociólogo, en un accidente de tránsito, de vuelta de vacaciones en las cercanías de Vallenar, el año 1988, lo bueno es que dejó una hija Valentina, a quién amaste y trataste siempre de que se integrara a la familia.
Recuerdo cuando estábamos esperando el ataúd con el cuerpo de mi hermano, en la carretera a la entrada de Santiago, y cuando hicimos contacto con la carroza, fuimos los dos a abrir el ataúd para despedirnos y éste venía sellado, no pudimos verlo, ahí te quebraste y yo pude prestarte mi hombro para que te desahogaras. Padre ¿quién prenderá la luz para que alumbre el cuadro de Ricardo como lo hacías todos los días?, ¿quién regará el peumo que plantaste para él?, ¿quién irá al cementerio rigurosamente? ¿quién se sacará el sombrero cada vez que pase por fuera del cementerio, en señal de respeto?
Padre yo me saco el sombrero ante ti y te venero, te doy mil gracias,  se nos fue un pilar de nuestras vidas, pero me quedo con lo que me enseñaste:
TU HUMANIDAD (CONFIAR EN EL SER HUMANO)
TU CONSECUENCIA
TU IDEALISMO
TU INTEGRIDAD
Y como te gustaba decir en tus conversaciones con mi señora Viviana todos somos “ polvo de estrellas”.
Y como decía el poeta “Sube a nacer conmigo hermano” y te aseguro que te vamos a recordar “horas, días, años, edades ciegas, siglos estelares”.
Te voy a recordar cada vez que me lustre los zapatos en alguna plaza, tomando un café cortado, leyendo el diario, escuchando música, leyendo un buen libro, tomando fotos en verano o comiendo un plato de digueñes, todas esas cosas sencillas que te hacían tan feliz.

                                                                                             


Santiago, Agosto de 2013.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias a todas y todos los funcionarios del Ministerio que participaron de la despedida a mi padre, o bien, me manifestaron de múltiples formas, pesar por su partida, y admiración y cariño por su persona.
Gracias también a ANDIME por publicar estas palabras de despedida, que reflejan quien era mi querido papá.

Doris Arévalo Macías